lunes, 18 de enero de 2010
¿Dónde estamos?
Ante el tropezón, la mirada retadora y más tarde el acelerón del carro de atrás cuando José puso la luz de cruce, aquel hombre bastante agobiado comenzó por preguntarse:
- ¿A dónde se fue la educación? - Sintiéndose como un hombre de otro planeta en medio de las calles de aquella ciudad evidentemente deteriorada reflexionó- ¿Hasta cuándo será la política el principal tema de nuestras vidas? Ante la falta de logros, la capacidad de decisión, la ausencia de proactividad y a veces, hasta de responsabilidad se volvió a preguntar ¿Para qué servía entonces aquel repetir constante de mi maestra de sexto grado?
-Nunca olviden a la hora de elegir un oficio o una profesión, que lo verdaderamente importante es ser el mejor. El mejor zapatero o el mejor doctor. Sólo así el país saldrá adelante.
José decidió pensar que unos cuantos crecieron con aquellas palabras dando vueltas en la memoria y que algunos tienen que haber alcanzando lo que según sus criterios era lo mejor. Pero más seguro estoy – pensó - que a la mayoría el país se les fue de las manos casi sin darse cuenta. Para muchos maestros aquellos consejos de índole personal dejaron de ser importantes, porque no aparecían en los libros aprobados por el Ministerio de Educación. Así entramos en una suerte de hipnosis que facilitaba el camino y que de pronto empezó a poner ante nuestras miradas la sensación de que éxito y dinero se consiguen sin mayor esfuerzo.
Para José es motivo de angustia tener esa visión de lo que sucede a su alrededor. ¿Dónde están los constructores de la sociedad en qué nos desenvolvemos? ¿Quién conoce de sus logros y fracasos? ¿Dónde ha ido a parar el respeto por nuestra historia? ¿Cómo evaluamos y cómo sabemos el desarrollo que debe alcanzarse en cada área? No podemos saberlo. Es tan difícil encontrar testimonios sobre lo positivo, sobre esos “hacedores” que permanecen en el anonimato. No hay quien se sienta responsable de escribir cada día la historia de alguien que no tenga que ver con votos o discursos, con tragedias y fracasos. ¿Cuántas personas a lo largo de estos años no decidieron quedarse afuera, donde su talento era más reconocido? ¿Cuántos permanecen aún en nuestro país a costa de una lucha diaria con su autoestima y los destellos de la depresión?
Al final de la tarde, cuando José tiene que emprender el camino de regreso a su casa, metido en una tranca que le robará descaradamente dos horas más de su valioso tiempo, piensa que la fuerza necesaria para el compromiso y la lucha diaria se ha debilitado entre otras causas, gracias a la indiferencia. Justamente esa tarde discutió con una compañera de trabajo quien se atrevió a argumentarle que sueña con ver a su hijo, sobrino, primo o hermano metido en cualquier tema que le proporcione reconocimiento, si se trata de algo donde tenga que trabajar poco y ganar mucho, un tanto mejor. José no pudo evitar su respuesta
-¿Por qué en lugar de propiciar unos vividores, no piensas y estimulas la generación de un brillante deportista, un destacado profesional técnico o universitario, un empresario trabajador, un persistente investigador, un notable científico o un connotado escritor?
Como era de esperarse no hubo respuesta, José entendió que era una tarea muy difícil ¿Cómo podremos rescatar aquellos viejos valores de compromiso, preparación profesional y aporte constante a la sociedad de la que formamos parte? ¿Cuándo comenzaremos a dar a cada cual el lugar que realmente se merece? ¿Cuándo seremos más críticos y exigentes con lo qué se nos ofrece? Quizá en el momento en que consigamos respuestas y accionemos frente a cada una de estas interrogantes, lograremos esos cambios que tanto pregonamos y que no se ven por parte alguna. Los cambios no se logran gratuitamente, no se logran incentivando la desidia ni él irrespeto por quienes se han forjado un camino a fuerza de lucha preparación y trabajo. No se logra conversando sobre el tema. Se logra a través de cada una de nuestras acciones diarias.
Finalmente José entró en su casa dispuesto a abrazar a su familia después de una larga jornada: ¿Será soñar demasiado pensar que algún día volveremos a saber dónde está el mejor zapatero o el mejor doctor?
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