Escríbenos a nuevosurbanos@gmail.com

lunes, 11 de enero de 2010

¿Devaluados?

José recibió un mensaje de texto que lo hizo correr en dirección al televisor. A voces avisaba a su familia, que se estaba hablando de devaluación. Todos corrieron a un mismo tiempo ansiosos por ver lo que sucedía, sin saber exactamente cómo ni por qué. Al final ¿qué más da? Porque lo cierto es que si la devaluación es del doble, habrá que trabajar dos veces más para obtener lo que se necesita y si es del cuádruple, habrá que trabajar cuatro veces más. En este país – pensó María – lo único cierto es que los que creemos que tenemos derecho a vivir mejor, lo que nos queda es trabajar y trabajar. A la gente honrada nadie nos da nada. ¡Y ni falta que nos hace! Se llenó de orgullo, con ese entusiasmo que sólo da el no andar pidiendo, esperando, ni vendiendo las ideas y la capacidad de decisión.
Lo cierto es que como era de esperarse no había cadena nacional. ¡No señor! Quizá porque ya está claro que cada cadena lo que hace es propiciar una alta sintonía de los canales internacionales o quizá porque si se hace menos bulla, las verdaderas noticias podrían pasar sin pena ni gloria. Hay tanta gente en nuestro país - comentó José- que no lee, no ve televisión, no oye radio, no pregunta, no se informa. ¿Tú sabes cuantos saldrán mañana a trabajar, se acumularán en las paradas y autobusetes, sin saber nada de lo que se está hablando hoy?
María le pidió que dejara de hablar para escuchar con tranquilidad lo que estaban diciendo. Allí estaban los ministros acompañando al Presidente de la República para hacer un anuncio que así como se esperó durante todo el 2009, también se llegó a decir que nunca se produciría. José tenía sus cinco sentidos puestos en cada palabra y hubo un momento en qué pensó: ¡Esto es como volver al pasado! Todos a su alrededor habían volteado a verlo, se había expresado en voz alta prácticamente sin darse cuenta- ¿Y cómo por qué?- preguntó su hijo rápidamente, tratando de buscar una explicación adecuada a la expresión de su padre. José no tardó mucho en responder – La historia da la vuelta una y otra vez, aun para aquellos que se empeñan en negarla, aquí estamos de nuevo con un dólar a 4.30.
Las voces del televisor y de los espectadores se entremezclaban en aquel salón de la casa de José y María. -En cualquier país desarrollado una propuesta como esta contribuiría a bajar los precios, porque a pesar de la devaluación el “petrolero” está por debajo del dólar paralelo. Pensar, que basados en la eficiencia esta medida podría ser un golpe mortal a la especulación.
María sonrió ante los comentarios de José, para acabar con la especulación tendrían que simplificarse los trámites, dar respuesta inmediata, incentivar a los trabajadores que hagan su trabajo en tiempo record, despolitizar el tema, acabar con el tráfico de influencias y generar los recursos con la velocidad necesaria. Lo que siempre ha estado claro es que si los diversos sectores que integran la economía del país no les llegan a tiempo los dólares necesarios, para no ver como se vacían sus despensas, para no cerrar sus negocios, para seguir produciendo caen en la trampa. En conclusión, remató José: el dólar paralelo existe porque no se consigue el oficial, esa es la realidad.
Para José y María, trabajadores empedernidos, apagar el televisor después de aquel anuncio les anticipaba un panorama totalmente predecible: los que saldrán en televisión defendiendo las medidas con visiones que nos llevan a pensar que viven en otro país, los que saldrán atacando las medidas apoyados en un lenguaje lleno de tecnicismos académicos, que ni los más preparados podrán entender; unos políticos que dirán de todo y que lo menos que exigirán será eficiencia en el manejo del aparato estatal; unos que llamaran a paros, huelgas, protestas y marchas. Unos habitantes que nuevamente se paralizarán pensando que todo está perdido gracias a la devaluación y caerán en la depresión y la parálisis, los que no harán nada escudándose en que todo está muy mal. Unos comerciantes que remarcarán rápidamente sus productos y harán fiesta con las nuevas ganancias, unos consumidores que correrán a comprar antes de que todo se ponga más caro, aunque no necesiten nada. Y lo único cierto es que cualquier historia de esta llegará a su fin cuando el maravilloso dólar a 4.30 circule por las manos de los que verdaderamente lo necesitan, para hacer crecer el país. El verdadero reto estará en una comunidad preparada que tenga la capacidad de evaluar ¿Fracaso? Si el dólar paralelo aumenta, porque allí es donde estaría la verdadera devaluación. ¿Triunfo? Cuando el valor del dólar paralelo disminuya. ¿Apostamos a qué?